En la edad medieval, un espía del Conde de Beren debe entrar en el castillo del Rey Fernando, con el fin de investigar los planes enemigos.
Pero al
llegar allí, descubre que las puertas del castillo estaban cerradas, y
custodiadas por un robusto centinela armado con un arco y varias flechas.
Así el
espía decide esconderse tras unos matorrales y observar a quienes entran en el
castillo con el consentimiento del forzudo centinela.
El
primero en llegar es un soldado, al que el centinela del castillo detiene en la
puerta diciendo: ¡dieciocho! El soldado
contesta: ¡nueve! Y el centinela abre las puertas.
Al poco
rato llega un rico comerciante, el centinela lo detien y le dice: ¡catorce! A
lo que este responde: ¡siete! Y el centinela vuelve abrir las puertas.
Más tarde
llega un cabrero, y el centinela siguiendo el mismo proceso que los anteriores
visitantes le detiene y le dice: ¡ocho! A lo que el cabrero responde: ¡cuatro! Y el centinela de nuevo abre las puertas.
Creyendo
el espía del Conde de Beren conocer la clave de acceso al Castillo, se acerca a
la puerta, y el centinela le detiene le dice: ¡seis!, A lo que el espía contesta:
¡tres! Zasss!! Suena la flecha que dispara el centinela al espía.
¿Qué es lo que tenía que haber dicho el espía para poder entrar en el castillo?
¿Qué es lo que tenía que haber dicho el espía para poder entrar en el castillo?
Solución: El espía pensó erróneamente que la clave
para entrar en el castillo era la mitad del número que daba el centinela. Pero
en realidad, la clave era el número de letras de la palabra que pronunciaba el centinela,
en este caso la clave que debería haber dicho el espía para entrar era
"cuatro", ya que es el número de letras de la palabra
"seis".
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